“Plantas Curativas, recuperando la Medicina Ancestral de la Ñuke Mapu”
Es el nombre del libro que Eva Quilodrán de Calfunao escribió honrando la sabiduría de la Madre Tierra, y presentó el 22 de abril en el Centro Cultural Melipal de Esquel. En el Día de la Tierra, y ambientada en una Muestra cultural con alta simbología mapuche, la presentación del libro inauguró los encuentros y muestras programados para la Semana de los Pueblos Originarios; semana que – desde el 21 al 25 del mes que pasó – representó un espacio de reflexión y expresión de las culturas originarias del Continente Americano.
Enfermera universitaria de formación y conocedora de los saberes ancestrales por tradición, Eva presentó su libro refiriéndose a las enfermedades del cuerpo como enfermedades del alma que las plantas tienen el poder de sanar. Sin embargo, su conocimiento y su compromiso por mantener viva la cultura ancestral la llevan a afirmar que para que eso suceda necesitamos conocerlas y respetarlas – ellas pueden curarnos, pero también pueden causarnos efectos contrarios si no las empleamos con el respeto que merecen. No sólo mencionó las bondades sobre las plantas – nos alimentan, nos curan, nos dan sombra, nos proporcionan aromas –; ella también se refirió al poder terapéutico que trabajar la tierra ejerce sobre quien lo siente y lo hace con amor.
En su discurso, Eva resumió que el libro se nutre de experiencias propias en su trabajo y en sus talleres, de descripciones y fotos sobre el uso de las plantas medicinales, además de poemas de su autoría y leyendas mapuches.
Aprovechó la presentación para agradecerle a todos quienes se convirtieron en impulsores y enriquecedores de su obra– a las abuelas por haberle transmitido la sabiduría ancestral, a su hijo por haberla convencido de reunir esa sabiduría en las páginas de un libro, a su hija por ayudarla en la redacción y también en el trabajo diario, a la doctora que le permitió aplicar su conocimiento y sensibilidad al cuidado espiritual de pacientes que presentan enfermedades complejas, a quienes acompañan sus talleres y también a quienes desde su lugar convierten su transmisión de saberes en aprendizaje.
Eva considera a la rosa como la planta que mejor identifica a una mujer: no sólo por los variados colores en los que existen, sino también por sus múltiples bondades como planta medicinal regeneradora, astringente, antiinflamatoria, antidepresiva, hepática y tónica; bondades que alivian las dolencias de cada tipo de mujer y estimulan su equilibrio en cada etapa de su vida.
Recuperar la medicina ancestral, entonces, no es más que poner en práctica cuidados hacia uno mismo que garanticen buena salud, armonía y longevidad; cuidados que humanizan cuando se practican sobre la base del respeto de la Madre Tierra, la Madre de todo lo que existe.
Eva, cuyo nombre significa “la que da vida”, es una fiel defensora de la Naturaleza, transmisora del saber ancestral, y proveedora emocional y corporal de la medicina del alma.
Gracias Eva por tus páginas, serán para quien escribe, y para todo quien te lea, la invitación a un encuentro espiritual profundo y vibrante con la Ñuke Mapu.
Que tu alimento sea tu medicina, y que tu medicina sea tu alimento. g Hipócrates, Padre de la Medicina