Del 5 al 8 de agosto Junín de los Andes recibió la visita de 17 taiwaneses salesianos que visitaron nuestro país después de tocar continente latinoamericano en Río de Janeiro por la Jornada Mundial de la Juventud. Se alojaron en el hospedaje del Hogar Ceferino Namuncurá, lugar que nos abrió las puertas para poder pasar el invierno cerca de los encantos que más queríamos conocer antes de seguir viaje.
Antes de la llegada del grupo, ayudamos a preparar el hospedaje diseñando carteles bilingües para facilitar la separación de los residuos, nombrando en inglés los condimentos y productos que estuvieran a su disposición por esos días y dejando listos mermeladas y dulces en la heladera. Durante los días que estuvieron, los asistimos con el idioma principalmente dado que sólo 4 de ellos manejan perfecto inglés, mientras que el resto y entre ellos se comunican en mandarín.
Pero nuestro acompañamiento no fue sólo lingüístico, además preparamos la mesa del desayuno todos los días, nos anticipamos a su rezo matutino prendiendo las luces de la capilla, servimos la cena y organizamos las actividades diarias. De alguna manera representamos al Hogar por el simple hecho de que los visitantes no manejan español y los verdaderos anfitriones no manejan inglés, de modo que todo lo que necesitó ser comunicado de ambas partes pasó por nosotros.
Buenos Aires fue la primera ciudad argentina a la que llegaron, pasaron unos días allí para luego tomar un avión que los llevara al aeropuerto de Neuquén, donde una empresa de transporte de Junín de los Andes los esperaba para acercarlos a la localidad. Los primeros dos días de su paso por Junín de los Andes, recorrieron los atractivos religiosos locales, compraron artesanías de producción local y visitaron el paraje San Ignacio, lugar en el que el mismísimo arquitecto Alejandro Santana construyó el Cultrún, donde hoy se encuentran los restos del beato. Junín de los Andes es un destino fuerte en el turismo de fe, un destino donde sentirse espiritualmente cerca de los beatos, conocer la obra salesiana en este rincón patagónico, o simplemente reconocer la manifestación de la fe en la riqueza cultural y espiritual de la que se es testigo fácilmente.
Nosotros acompañamos sus salidas el tercer y cuarto día de su viaje, momento que aprovechamos para contarles lo que aprendimos y buscamos sobre los lagos y las localidades. En nuestra primera salida juntos, visitamos San Martín de los Andes, a 39 km de Junín de los Andes; en esta pintoresca localidad cercana fuimos a la Plaza principal, almorzamos en un lugar de comidas rápidas, visitamos el Lago Lácar y recorrimos también galerías y locales de venta de artesanías y ropa, donde muchos compraron todo lo que les gustara.
En nuestra próxima salida, visitamos el Area Tromen delPN Lanín. En el lugar caminamos hasta el Cristo Redentor, a 1km de la aduana argentina y 3 km – sólo de ida – con la nieve que nos llegaba hasta las rodillas para conocer el Lago Tromen; nosotros ya habíamos estado en el lugar, pero no habíamos caminado hasta el lago, de modo que fue la oportunidad para hacer ese sendero del Parque, aunque con nieve.
De vuelta a Junín de los Andes, visitamos el Via Christi, un trabajo escultórico único en el mundo. Había nevado por la mañana, y cuando esto pasa es el único momento en el que el parque temático queda abierto para que los visitantes lo recorran, pero sin guía especializada. Estando allí decidimos hacer la guía nosotros mismos; ya conocíamos el lugar y habíamos optado por visitar el lugar con una de las guías para conocer más. Recorrimos las diferentes estaciones terminando la visita en la Cruz del Cerro, desde donde se tiene una vista hermosa de la localidad, el Santuario María de las Nieves y el valle. Como es de saberse, todo viaje implica tener que partir, y todo buen viaje merece una buena despedida.
La noche anterior a su partida nos invitaron a cenar, por lo que recomendamos ir a cenar a Sigmund Restaurant, un lugar de Junín de los Andes que nos encantó y sabíamos que también les iba a gustar: buena onda, ricos platos, colores alegres, materiales reciclados que forman parte de la decoración… un buen lugar para una buena despedida. Partieron en colectivo desde Junín de los Andes al aeropuerto de Neuquén, desde donde esperaban su vuelo con destino a Buenos Aires, desde donde volverían a su país. Nos encargamos de casar sus boletos la noche anterior, y también los acompañamos hasta que finalmente el colectivo partió.
Conservamos regalos que nos dejaron, y también el contacto de cada uno de ellos que nos encargamos de conservar. Así es en este viaje por nuestra querida Argentina, una lección de vida en la que no dejamos de acumular tiempo vivido junto a otros. Una experiencia divertida que nos permite ver que otros países del mundo no son tan lejanos como parecen, que como personas de otros países y culturas nos parecemos más de lo que creemos nos permitimos pensar ; al fin nos emocionamos, nos divertimos y nos impactamos frente a las mismas cosas... A final de cuentas, es la fe en sí misma la que trasciende continentes, fronteras y culturas.
Ojalá sigamos sabiendo unos de los otros, ojalá podamos volver a vernos algún día, ojalá el camino de vida que cada uno elija nos acerque a más experiencias como esta. ¡Adiós! … Será momento de que, como alguien nos dijo, le dediquemos una oración de agradecimiento a nuestro ser superior por todo lo vivido en este tiempo. Seguiremos conociendo, viajando, viviendo, agradeciendo.